Cuando hace 14 años el destino nos quiso llevar a Badajoz, reconozco que sabía que era una ciudad de Extremadura, esa comunidad tan querida para mí, que estaba cerca de Portugal y no muy lejos de la frontera de Andalucía. Poco más sabía de esta ciudad de la que solo hicieron falta 5 años para que se quedara en mi corazón para siempre.
Pero Badajoz es mucho más de esos tres detalles que os he comentado, Badajoz tiene un gran patrimonio cultural y social. La vida propia de una capital, con grandes fiestas, una extraordinaria gastronomía, interesantes circuitos culturales dentro de la música, el teatro, la danza... Como he dicho, es una ciudad fronteriza con Portugal y esa circunstancia le da un atractivo más. El puente de Palmas, la torre de Espantaperros, la plaza Alta o la propia Alcazaba forman un conjunto histórico-artístico muy iteresante, sin olvidarnos del Guadiana, su río que vertebra toda la ciudad. Es una ciudad limpia y cuidada (todo es mejorable, por supuesto). Pero si hay algo que destaca sobre todo es su gente, acogedora y cercana.